Dropbox, la ‘start up’ que rechazó una oferta de Jobs

Antes de iCloud, el servicio de Apple para almacenar y sincronizar datos en una gran base virtual, ya existía Dropbox, un concepto paralelo a la ambición de Steve Jobs y por la que el fallecido genio de Cupertinoofreció una suma millonaria, según acaba de dar a conocer la propia empresa con sede en San Francisco.

Pese a que Jobs era el ídolo del fundador de Dropbox, el creador del iPhone no logró convencer ni a Drew Houston ni a Arash Ferdowsi, dos estudiantes del Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT).

Los detalles de la reunión que Houston y Ferdowsi mantuvieron con Jobsen 2009 han visto la luz al calor de un reportaje de la revista Forbes, en la que tildan a Dropbox de la ‘start up’ tecnológica más «caliente» del momento.

Los números les respaldan, con 45 millones de personas en todo el mundo usando su propuesta gratuita de descarga de fotos, documentos y vídeos, con la flexibilidad de poderlos compartir de un PC a un Mac, incluso teléfonos móviles.

Por eso Jobs citó a estos jóvenes empresarios en su flamante oficina de Cupertino con la intención de absorber su compañía. A esas alturas, el fundador de Apple conocía perfectamente el ‘modus operandi’ de Dropbox y la conveniencia de compartir esa experiencia con sus fieles adeptos.

Por la nube

Dos años después y con Jobs ya fallecido, el concepto de la nube, que en el caso de Apple se llama iCloud, es una solución al siempre complejo problema del archivo de información, en un mundo completamente dependiente de los ordenadores.

A través del nuevo servicio se pueden compartir documentos de todo tipo –hasta 5GB de forma gratuita– entre ordenadores, iPhones y iPads, armonizando todo el sistema bajo la bandera del imperio de la manzana.

Pese a la fuerza de la empresa más importante del mundo, Dropbox ha seguido creciendo de forma exponencial, con más de un millón de documentos compartidos cada cinco minutos por sus usuarios.

Quizá por eso, Houston se cerró en banda ante la opción de recibir a Jobs en sus oficinas de San Francisco, temeroso de que pudiera robarle información o los secretos más preciados de su operación.

Pudieron haber sido socios, con una tajada de millones de impresión para sus dos fundadores. Hoy, en cambio, son competidores en las nubes, donde ahora parece estar el futuro.

 

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